
Son los botones secos de un gran árbol perenne, el clavero (Eugenia caryophillata). Tiene la forma de un auténtico clavo (de donde les viene el nombre) y son de color café oscuro.
Se venden enteros y molidos en polvo, pero de esta forma pierden pronto su fragancia. Contienen una gran proporción de aceite esencial; son muy aromáticos y astringentes. Como su sabor es penetrante e intenso, hay que usarlos discretamente.
Cuando desee sólo un sutil sabor a clavo, despenda la cabecitas y macháquelas en un mortero (los hay especiales, de madera, para especias).
El jamón Virginia al horno con clavos es excelente y común, pero esta especia tiene muchos otros usos.
Espolvoree el té helado con un poco de clavo molido.
Cuando haga jalea de manzana, ponga un clavo de especia en el fondo del frasco donde va a guardarla.
Agregue un par de clavos al frasco de cualquier encurtido (cebollitas, pepinillos, chiles en vinagre) que adquiera ya preparado.
Los camotes, betabeles y la calabaza mejoran con clavo.
Cuando haga budín de arroz, añádale 1 ó 2 clavos y una varita de canela.